En cerámica se pueden hacer muchas cosas. Tejas, ladrillos u orinales. Pitos, ‘’piezas artísticas’’, platos y ollas o piezas de alta tecnología de naves para ir al espacio. Todas estas cosas y muchas más se pueden hacer en cerámica. Pero hay dos cosas que todas tienen en común: el proceso de los materiales y por último y lo más importante, la transformación de estos por el fuego.
Es evidente la trascendencia del hecho artístico, así como la destreza a la hora de confeccionar una vasija. Pero hace falta no olvidar la relatividad de estos conceptos. Una cazuela de barro puede estar torcida, pero para que cumpla bien su función, de cocer bien los alimentos y que no se rompa al ponerla en el fuego, hay que tener un respeto y unos conocimientos muy altos de la materia y de los elementos, de la tierra y del fuego.
Una buena jarra no es solamente una ‘’jarra bonita’’. Hace falta que desde su espacio interior desprenda alguna cosa, de la misma manera que desprende agua fresca un botijo ahumado.
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