Del 6 al 9 de junio se pudo visitar en el Palacio de Santa Bárbara, en Madrid, la primera edición de la feria CerArtmic, una nueva cita en la que se reunieron quince galerías que presentaron a decenas de artistas que realizan su obra en cerámica
La feria necesaria
Wladimir Vivas
Hace ya muchos años que soñamos con una feria de arte dedicada a la cerámica, una feria que ofrezca la obra de los grandes ceramistas y dé a conocer a los creadores que utilizan la cerámica para su expresión artística. Hay buenos ejemplos en el mundo: Ceramic Art London, Ceramic Brussels o Paris 14, cada una con su estilo y, en parte, cada una dirigida a un público.
La característica que destaca después de visitar la Feria Cerartmic 2024 es que, a diferencia de otras ferias del sector, en esta se parte de galerías no especializadas en cerámica (apenas las hay en España) y son estas las que presentan sus propuestas. Esto tiene una parte buena y otra quizá no tan buena. Entre lo más positivo podríamos destacar que estas galerías aportan una visión no influenciada por el sector de la cerámica creativa, y sus artistas pueden aportar una frescura y una visión de la cerámica libre de influencias.
La parte quizá menos positiva es que algunas de las propuestas presentadas pueden parecer “rompedoras” por el hecho de estar realizadas en cerámica, para quien no está inmerso en nuestro medio, pero lo cierto es que en el mundo de la cerámica ya se han visto, en algunos casos hace décadas.
Quizá el problema es que en nuestro país apenas hay un coleccionismo de cerámica contemporánea. No obstante, es importante que una feria como Cerartmic atraiga a coleccionistas de arte, y de esta forma conozcan la obra que se está realizando en cerámica. El siguiente paso es que estos coleccionistas tengan acceso también a los trabajos que pueden verse en el circuito especializado de la cerámica. Dicho esto, hay que destacar el esfuerzo organizativo realizado. Realmente la feria Cerartmic puede considerarse un éxito en cuanto a asistencia y, más allá de gustos personales, las propuestas expositivas tuvieron, en general, el valor de ofrecer obrar de arte en cerámica al público, tanto especializado como no.
Pero hablemos de la feria en si. Nada más entrar en el magnífico palacio de Santa Bárbara, en pleno centro de Madrid, encontramos, a la derecha, la sala Castilla-La Mancha, una propuesta comisariada por Tomás Alía con las sobrias y preciosistas obras de Fernando Garcés, las impactantes esculturas de Gregorio Peño, el sutil montaje de María Camisón y la imponente obra conjunta de Juan Carlos Fernández Carrasco y Jacinto de Manuel. En este espacio se desarrolló también una mesa redonda en la que, junto a aportaciones más o menos valiosas, aportadas principalmente por Fernando Garcés y María Camisón, se pudieron oír otras que, siendo generosos, no podemos calificar más que como exabruptos que el público presente no llego a saber si eran producto de una intención de provocar, de hacer un chiste o, simplemente, ignorancia.
Junto a esta sala encontramos la propuesta de AR Contemporary, de Sofía Arias, que presentó la obra de Paloma de la Cruz y de las portuguesas Ana + Betania. Paseando por la feria podemos ver propuestas de todo tipo, de las que podemos destacar las presentadas por la galería Alzueta, destacando las esculturas de Luis Vidal.
También fueron muy notables las obras de María García Ibáñez y Javier Bravo de Rueda ofrecidas por la galería Jorge López, de Valencia. Junto a ellas, encontramos otra de las propuestas que destacamos: la obra de Miguel Pablo y Manuel Pedro Rosado.
Desde aquí accedemos a la sala que nos ofreció una selección más equilibrada, de la mano de tres galerías. Ponce+Robles invitó a Patricia Canet a exponer sus “Emoticons x M2”, y a Verónica Moar, que trajo la delicadeza de su serie “Lítica”. Con solo girar la mirada pudimos disfrutar de la obra de Óscar Abraham Pabón, presentado por la Galería Fernando Pradilla, que nos ofrece la posibilidad de descubrir como el elemento cerámico más humilde de la cerámica (los ladrillos de construcción) pueden convertirse en soportes o materiales artísticos. Por último, la galería madrileña Espacio Mínimo trajo a la feria la obra de Miguel Ángel Gaüeca, Elena Blasco, Nono Bandera, Anne Berning y Liliana Porter.
Por supuesto, hubo más cosas que nos llamaron la atención, algunas, por qué no decirlo, de forma negativa. Pero esto es lo que se espera de cualquier feria de arte, y es bueno que así sea: nadie (desde luego yo no) puede aspirar a ser la voz de la verdad en cuestiones de artísticas. Si me atrevo a decir que se echa de menos la obra de artistas que, sin salirnos de Madrid, son importantes en el mundo de la cerámica: María Oriza, Pepa Jordana o Ícaro Maiterena, por citar solo tres nombres “a bote pronto”. Esperemos que esto se solucione en futuras ediciones de esta feria, ya que sería importante que los coleccionistas de arte encuentren también a los y las ceramistas que son referencia en nuestro mundo.
Pero sin duda, la impresión general, una vez pasada la feria, es que ya era necesaria una cita de este tipo, que seguro que si tiene continuidad (y así lo esperamos) irá afinando las propuestas y encontrando su lugar entre las grandes citas de la cerámica contemporánea en el mundo. Y es imprescindible agradecer el trabajo de las organizadoras: Sara Zaldívar, Arquitecta, asesora de arte y gestora cultural, y Alejandra Arias, Licenciada en Empresariales Internacionales y Técnico en Gestión Artística y Cultural por la Universidad de Florencia.
Infocerámica agradece a la dirección de CerARTmic la ayuda prestada para la realización de este artículo
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