Obituario de Antonio Vivas (Madrid 1949-2022)

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Antonio Vivas

QUERIDO ANTONIO VIVAS

Ícaro Maiterena

Los que conocíamos a Antonio sabíamos que existían dos Antonios, uno, muy receloso de su intimidad, difícil de alcanzar, austero, de costumbres fijas y solitario. Y otro, grande y extrovertido cuyo destino estará siempre indisolublemente unido a la cerámica y que hacía sombra al otro Antonio. Yo he conocido a ambos ya en su vejez, con esa ternura que cubre el carácter después de años de vida y la cerámica nos ha unido fuertemente, haciéndonos compañeros de camino. Nos hemos adoptado como abuelo y nieto.

Antonio, me decías, medio en broma, medio en serio: “cuando me muera tú tendrás que escribir la necrológica”. Yo sonreía y lo dejaba pasar: “No digas tonterías, queda mucho tiempo por delante”. Y ahora me encuentro, sin haber vivido contigo todo lo que esperaba, con la devastadora noticia de que hace unos días te fuiste a dormir y ya no te has levantado, has seguido soñando. Te voy a echar mucho de menos. Que áspero y duro pensar que ya no te veré, se acabaron nuestros “encuentros botijeros”. No me vas a llamar. No volveremos a hablar largas horas. Mi querido amigo, que duro es afrontar la fragilidad de la vida, difícil afrontar que no compartiremos más cosas juntos en este mundo terrenal.

Tú decías: “Solos, somos mortales, pero juntos somos infinitos y eternos”. Hoy, tu ya eres infinito y eterno, porque siempre estarás en la cerámica, con tod@s nosotr@s.

Tengo que agradecerte lo que me has cuidado, valorado y querido. Y la compañía que nos hemos dado en nuestra soledad sonora. Los tiempos lentos que hemos compartido en este mundo rápido, ruidoso y avasallador. Todas las cosas que hemos soñado hacer juntos.

Tú, siempre con tu gorra, enfundado en tu abrigo en invierno, y en pleno verano, con tus camisas modernas sobre esas antiguas camisetas interiores blancas. Los pantalones sujetos con el cinturón por encima de la tripa. Tu bandolera y esas revistas bajo el brazo, que regalabas con tanta devoción a todo el mundo mientras narrabas tus historias y anécdotas entrañables que siempre repetías y que como buen nieto me las aprendía y me las sabía de memoria, y ahora me resuenan y las echo de menos saliendo de tu boca: “Nefelina Sienita no es el nombre de una chica italiana”…

Dicen que somos la narración de nosotros mismos. Tu has sido quien puso voz a los ceramistas y a la cerámica sin voz. Siempre disponible, compartiendo conocimientos, ayudando, apoyando, fomentando, desde esa “fábrica de sueños” que tenías en la nave de Ajalvir.

Pasar un rato contigo era asistir al desvelamiento de tu gran amada, a través del contacto con piezas, documentos, imágenes, cientos de anécdotas. Estando en Ajalvir, la “Biblioteca de Alejandría de la Cerámica” que salvaguardabas y cuidabas, nos dejabas consultarla cada vez que íbamos a verte, y podíamos tocar cientos de piezas, aún crudas, que poblaban las azoteas de las estanterías o la famosa tetera de David Leach, dando vida a tantos encuentros. Allí descansaba toda la colección de revistas en pallets. El material almacenado en forma de diapositivas, imágenes digitales, vídeos, dvds, catálogos y periódicos, diez veces superior a lo publicado en la Revista. La carta de Lucie Rie manuscrita. Esos ejemplares ya descatalogados de las Técnicas Cerámicas que publicaste. La carta enmarcada de la Biblioteca Nacional sugiriéndote que no enviaras la revista porque no tenían espacio para almacenarla, documento que acredita el lugar prestado a la Cerámica en pleno siglo XX dentro del mundo llamado “de la Cultura”. Defenderla, ponerla ante el mundo para que la reconociéramos ha sido tu propósito de vida.

Recuerdo, por ejemplo, ese libro antiguo chino donde aparecía la técnica de reducción con agua, y tantas otras cosas que formaban parte del tour por la nave a toda persona que llegara por primera vez. El Horno Catenario de Tiro Invertido por el que tuviste que abandonar Paracuellos del Jarama en los años 70, obligado por el pueblo y el alcalde y buscar esta nave en Ajalvir que convertiste en Templo y Museo. Allí he podido contemplar la colección de cerámicas de tod@s tus amig@s ceramistas, que en el transcurso de los años te han ido regalando alguna pieza en muestra del agradecimiento.

Siempre has sido un fervoroso activista de la cerámica. Recuerdo como hacíamos juntos el calendario de las exposiciones y eventos cerámicos cada temporada, celebrando lo potente que estaba la cerámica y los días que había dos o tres eventos diferentes de cerámica a la vez, en Madrid, cogíamos un taxi para poder estar en todos. Allí donde fueras, siempre estabas tu, el Abuelo de la Cerámica, o su Amante, con sus revistas bajo el brazo, celebrando la Cerámica.

Muchos no han conocido tu faceta de artista ceramista, ni de las novedosas cristalizaciones que hacías años atrás cuando todavía estaba todo por descubrir. Emigraste con tu familia a Australia y allí te formaste como ceramista convirtiéndote en el “miembro raro” de la familia. Y fue en un viaje de vuelta a la casa familiar cuando comenzó tu pasión por dar a conocer al mundo este Arte, el más antiguo y el más menoscabado: tu ardua empresa de sacar adelante el proyecto de la Revista Cerámica. Desde los 29 años de edad, durante 44 años y 162 números publicados, ha sido tu gran proyecto de vida y ha quitado espacio a las demás cosas mundanas. Sin descanso, con una enorme convicción y fortaleza, compaginando con tu trabajo de Director de Artes y Oficios o en los últimos tiempos destinando la herencia de tu tía, viviendo con absoluta austeridad. Autofinanciando tu proyecto, sin recibir una sola subvención. Dándolo todo por sacar adelante tu proyecto personal, con una enorme generosidad, aportando tus energías al bien común de tod@s l@s ceramistas. Viendo como llegaba la muerte de las publicaciones en papel y queriendo mantener la revista, costara lo que costara, con mucha cabezonería, como si se disolviera la revista, tú también te desvanecerías. Me llamabas y me decías, ya hemos sacado el último número, y ya estamos preparando el siguiente. Sin perder la ilusión nunca.

La salida a la calle de la Revista Cerámica tuvo lugar el 27 de noviembre de 1978, donde el gris lacio del ambiente cedía protagonismo al vivo colorido de los nuevos tiempos. La dictadura pareciera desaparecer con la aparición de la libertad en el horizonte.

Cuando se habla de «salida a la calle de la Revista» es sólo una metáfora, ya que no hubo presentación, ruedas de prensa o publicidad alguna, sencillamente se llevó a los sitios donde había más ceramistas, a las escuelas y los talleres. La idea inicial de Antonio consistía en lograr hacer una revista internacional de cerámica que supliera las carencias de formación e información que entonces existían en España, abriendo el conocimiento a los grandes artistas contemporáneos para tener la oportunidad de ensanchar la creatividad y originalidad de los ceramistas noveles.

En un inicio Antonio fundó la Revista totalmente solo, pero pronto varios ceramistas comenzaron a ayudar, viendo que la cosa iba en serio. Sin la generosidad de estos amigos, colaboradores y colegas, la Revista hubiera sucumbido tarde o temprano. Su ayuda, en muchos casos, fue totalmente desinteresada, y fundamental para adquirir “masa crítica”. Antonio ejerció de alma y pluma, y demostró que un pequeño grupo de personas unido por la misma pasión pueden cambiar el mundo. Y cambiaron el mundo de la cerámica. Y, los que llegamos después, les debemos mostrar nuestro agradecimiento. Aún siendo imposible mencionar y agradecer a todos, sí hay que hay que destacar principalmente la entrega y el apoyo de Wladimir Vivas, quien ha hecho posible que la Revista haya existido todos estos años. Y por supuesto también el apoyo de Javier Ramos, Nuria Pie, Víctor Erazo, Manuel Keller, Emili Sempere, Carmen González-Borrás, Carmen Riu de Martín, Matilde Cegarra, Ana María de Matos, María Jesús Sarmiento, María Antonia Casanovas, Josune Ruiz de Infante, Silvana Suárez  o Lola Donaire, entre otros, ha sido fundamental.

El panorama relacionado con las publicaciones cerámicas era desolador en aquellos años, un auténtico páramo comparado con los países anglosajones y la Revista tuvo en principio un cierto éxito. Desde un principio Antonio apostó por una Revista de contenidos muy inmersos en el panorama de la cerámica internacional. Inicialmente, y ante la falta de bibliografía, se centró en la cerámica como un arte y una ciencia. Eran tiempos en los que faltaba mucha formación e información, en base a las muy diversas técnicas de la cerámica. La Revista fue la primera en presentar en nuestro idioma temas ahora muy conocidos, pero entonces bastante inéditos, como el rakú, que salió ya en el primer número de la Revista en 1978, el neriage, el mishima, el papel mezclado con barro (Paperclay), las pastas egipcias, la cerámica con carbón, las cristalizaciones, los esmaltes celadón, los rojos de cobre, los tenmokus, los hornos anagama o noborigama, entre miles de técnicas cerámicas. Por las páginas de la Revista han pasado, concretamente, más de diez mil artistas en cuarenta y cuatro años.

La bibliografía de entonces era más bien magra, se solía consultar un libro de Artigas de 1961, el clásico Formulario y prácticas de cerámica, un excelente recetario de esmaltes, pero con poco texto divulgativo; los Cursos prácticos de cerámica, de Chiti, que aparecieron en 1969-1971; el Manual del ceramista, de Bernard Leach, que apareció en 1981. Antonio siempre buscó las señas de identidad en el pasado, para a partir de él, ir hacia movimientos de vanguardia, como la «Revolución Otis», con Voulkos, Mason y Soldner; el binomio Leach y Hamada; los movimientos Mingei y Sodeisha, o los pioneros de la cerámica en España, como Artigas, Cumella, Blasco y Colmeiro.

De forma graciosa siempre contaba como el oficio de director y editor de una revista de cerámica conllevaba una dosis casi letal de fina diplomacia: “Lo que en la tierra de mi padre llaman templar gaitas”, a veces te sentías “como un domador de egos”, a la hora de tomar las decisiones de quien aparecerá en la portada o qué fotos destacar en un artículo. Decías riendo: “Es una actividad de alto riesgo”.

En la Revista te gustaba que aparecieran artículos sobre la rica historia de la cerámica, pero, fundamentalmente, querías dar una idea e imagen de la Cerámica en el presente, con un seguimiento en profundidad de la cerámica actual en el panorama nacional e internacional. También fijabas la mirada y el interés en el futuro, observando las nuevas tendencias. La cerámica merecía tener voz propia en el mundo del arte y la Revista pretendía impulsar ese objetivo. Antonio se sentía orgulloso de venir trabajando siempre bajo la ley de la independencia, ya que la Revista solo pertenecía y servía a sus lectores.

Nuestro querido Antonio ha sido un pionero, ha luchado hasta la muerte por dignificar la Cerámica, con el fin de que ocupe el lugar que le corresponde dentro de la corriente del Arte. Gran defensor de la cultura, ha cuidado y salvaguardado la identidad de la cerámica y con gran afán ha logrado que todo el mundo tuviera acceso al conocimiento cerámico.

Así es, Antonio, cada cual fabrica su destino, y el suyo estará siempre indisolublemente unido a la cerámica y a tod@s l@s ceramistas. Ir creciendo y madurando en la cerámica contigo, ha sido para mí, como escalar una gran montaña. Ofrecernos ese conocimiento ancestral y futurista ha sido para ti un camino duro, consciente, ético, de entrega y compromiso total, pero, ahora, la mirada es más libre y la vista más amplia para tod@s. Gracias por todo lo que nos has dado. Ha sido un placer compartir vida contigo, te llevo dentro. Hasta siempre amigo del alma. Saluda a tod@s por allí, tarde o temprano, tod@s nos volveremos a juntar. Por aquí, habrá que seguir manteniendo viva la cerámica.

Icaro Maiterena. Suiza, 21 de julio de 2022


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