El pasado 22 de diciembre, después de una corta enfermedad, falleció en su casa de Rhayader (Gales, Reino Unido) el ceramista galés Phil Rogers, uno de los más reconocidos ceramistas británicos
Si hablamos de Phil Rogers hablamos de la esencia de lo que se ha conocido como “tradición Leach”. Bajo esta denominación se engloba una forma de entender la cerámica que desde sus orígenes en Gran Bretaña, de la mano de Bernard Leach, se ha extendido principalmente por el mundo alglosajón, pero también a cada rincón del mundo cerámico. La “tradición Leach” puede entenderse como la valoración de la cerámica en su forma tradicional, como forma de expresión y como forma de “estar en el mundo”, mediante la puesta en valor de la pieza funcional, o que tenga como referencia la cerámica funcional. Podría entenderse, incluso, como la versión occidental del movimiento “Mingei” de Japón, cuyos máximos exponentes en cerámica fueron Shoji Hamada y Kanjiro Kawai.
Decíamos que Phil Rogers se podía entender como la quintaesencia de esta tradición, por su dedicación a la cerámica funcional, por la forma en que supo conjugar tradiciones: la alfarería británica, la cerámica japonesa o coreana o el estudio de materiales, esmaltes y cocciones.
La influencia de Rogers, además de por su obra (que fue ejemplo seguido por decenas de ceramistas en todo el mundo) es también debido a los libros de los que fue autor, entre los que encontramos dos que son reconocidos como imprescindibles en las técnicas de la cocción salina y en los esmaltes de ceniza.
Rogers fue también profesor, conferenciante y un gran especialista de la cerámica de Hamada, que incluso llegó a comercializar. En varias ocasiones se pudo oir su voz ante los intentos de venta de falsificaciones de obra de los grandes maestros.
La obra de Rogers tiene la grandeza de la cerámica sencilla en sus planteamientos pero compleja en su significado. Es una obra que produce satisfacción, que puedes ver, disfrutar y estudiar una y otra vez. Pero sobre todo es la realización de una cerámica honrada, hecha con la pretensión de aportar objetos bellos al mundo, objetos realizados con los conocimientos y habilidades de los artesanos, algo por lo que siempre luchó y que él mismo declaró que era algo que le definía como ceramista.
Phil Rogers deja un hueco en la cerámica de estudio británica actual que será difícil de llenar, afortunadamente su trayectoria ha sido la guía de muchos otros ceramistas que siguen y seguirán sus pasos, y que, sin duda, honrarán su memoria.
Fotos: Archivo Infocerámica. Procedentes de la Galería Goldmark (Reino Unido), que desde hace años comercializa la obra de Phil Rogers