Vergüenza y rabia es lo único que se puede expresar al conocer la noticia de la destrucción de la escultura de Enric Mestre, una barbaridad más perpetrada en contra de la cultura, el patrimonio artístico público y el derecho moral de los creadores sobre sus obras
Hace ya unos días que el propio Enric Mestre, cuando se dirigía a comprar materiales, descubrió la desaparición de su escultura, que estaba instalada en los alrededores del Aeropuerto de la ciudad valenciana de Manises. El ayuntamiento de esta localidad no pudo darle explicaciones; AENA (Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea) adujo por su parte que ni la obra ni el terreno en el que estaba instalada desde 1984 eran de su propiedad o responsabilidad. Durante unos días se mantuvo el “misterio”, aunque el propio Enric Mestre ya empezó a sospechar que la escultura no podría ser recuperada, dado que era una mole de hormigón y baldosas de cerámica, lo que hacía muy difícil imaginar que se hubiera desmontado y trasladado.
Y, efectivamente, hace unos días se supo que la escultura había sido demolida durante las obras de construcción de un paso de peatones de acceso al aeropuerto. Incluso fuentes del ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, citadas por el diario El País, señalaron que no existía la posibilidad de trasladarla y que, además, “estaba muy deteriorada”.
Curiosamente, en una ocasión, visitando a Enric Mestre en su estudio, él mismo me comentó que tenía almacenadas placas de repuesto para reparar esta obra, pero que nunca encontró el interlocutor que le diera la posibilidad de hacerlo.
Dado el revuelo mediático que ha supuesto este nuevo atentado a la cultura, Javier Herrero, director general de Carreteras, pidió dispulpas al artista, añadiendo además que el propio José Ábalos, valenciano para más señas y responsable del ministerio implicado, había expresado su disgusto, ofreciendo la posibilidad de encargar una obra similar para su instalación en otro emplazamiento.
La Asociación de Artistes Visuals de València, Alacant i Castelló (AVVAC) hizo públio el miércoles un comunicado en el que exigía “la localización de la citada pieza y la reparación de los derechos al escultor valenciano”, y añadía “(…) recordamos que legalmente el autor conserva los derechos morales sobre la obra, aun después de ser vendida y que el propietario tiene la obligación de comunicarle cualquier cambio sobre la misma”.
A pesar de normativas, declaraciones o peticiones de disculpas, lo cierto es que una obra monumental de uno de nuestros más prestigiosos artistas ha sido destruida. Quizá se ponga otra, pero ya no será la misma. Debería quedar claro que el patrimonio es un valor en sí mismo, no es reemplazable; no vale decir: “bueno, pues ya encargaremos otra”. De esta obra, el propio Enric Mestre había declarado que era como un hijo, que probablemente era la más importante de su larga trayectoria. ¿Se puede compensar esta perdida? ¿Podemos pensar que esto servirá para que no se repita? ¿Alguien asumira la responsabilidad de haber destruido un patrimonio artístico, pagado con dinero publico y de propiedad publica, es decir, de todos?
Me temo que la respuesta a estas preguntas es que desgraciadamente no pasará nada, y esperaremos a la próxima.
Solo queda dar nuestro apoyo a Enric Mestre y ofrecer Infocerámica como plataforma de difusión de cualquier medida que se quiera tomar respecto a este asunto.
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Mensaje de Wladimir Vivas:
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Wladimir Vivas
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