Cada vez es más habitual encontrar artistas de diferentes medios que deciden probar a trabajar en cerámica. En el caso de Riiko Sakkinen el uso de la tradición cerámica de Talavera da a sus contenidos sociales una nueva dimensión
Riiko Sakkinen
Wladimir Vivas
El pasado 31 de enero tuve la oportunidad de visitar la exposición “El gesto multiplicado”, en el Espacio Expositivo San Prudencio, de Talavera de la Reina (Toledo). En esta muestra (donde también se pudieron ver obras del ceramista Antonio Portela) descubrí unos cuadros que atrajeron mi mirada especialmente. Debo ser muy superficial, porque reconozco que lo que primero que me atrajo fueron las referencias a la cultura popular, a los iconos del consumo y la publicidad. Estas pinturas eran irreverentes, directas y, en algunos casos, cargadas, más que de ironía, de un humor negro que lleva la comedia y la sátira a territorios no admitidos para algunos. Estas pinturas eran del pintor finlandés Riiko Sakkinen.
En ocasiones se habla de los “límites del humor”, y uno de esos límites es para muchos el arte. El mundo del arte (o el mercado del arte) vende una fantasía de élite: es solo para iniciados, es intelectual, es un mundo lleno de misteriosos arcanos, incomprensibles para una inmensa mayoría de la sociedad; precisamente para la mayoría de la sociedad que no tiene los medios para comprar ese arte. Quizá eso es precisamente lo que se busca: una forma de separar a esos ricos y poderosos, que pueden comprar arte, de “la plebe”, “del populacho” que, ¡cómo va a entender el arte si ni siquiera tiene dinero para comprarlo! 😉
Probablemente por eso el humor no es un valor al alza en el mundo de Arte, porque el humor, especialmente si tiene un punto de mala hostia, es bien comprensible para todo el mundo. Es curioso como precisamente cuando grandes artistas han utilizado el humor, el mercado lo ha fagocitado, convirtiéndolo en algo serio y profundo. Piero Manzzoni creando latas de “Merda d’artista” (por favor, contextualicen esa obra con el total de su trabajo: tiene otras que abundan en esa forma de reirse de la trascendencia del arte y, de paso, de los mercaderes, tanto del oro como de la mierda). Duchamp diría en una ocasión «Les tiré el urinario a la cara y ahora lo admiran por su belleza estética». Algo parecido podríamos decir de otros muchos artistas, como Santiago Sierra o Eugenio Merino o Maurizzio Cattelan y su famoso plátano pegado a la pared.
En esa exposición pudimos ver, junto a las pinturas, una serie de platos de cerámica. Riiko Sakkinen vive en la localidad de Pepino, cerca de Talavera de la Reina, cuya cerámica ha recibido hace unas semanas la categoría de “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”. Y Sakkinen utiliza esa cerámica, mezclando la tradicional decoración talaverana, digna de todo reconocimiento, con sus mensajes corrosivos e irreverentes; pone en un mismo nivel las técnicas de la artesanía con los temas y motivos pictóricos caracteristicos del artista: personajes de manga, publicidad o dibujos animados. Utiliza ese mismo recurso de la discordancia entre técnica y mensaje (entre “mensajero” y mensaje) para incidir en la disonancia propia de la sociedad moderna, poniendo en boca de los graciosos personajes que, como payasos asesinos, nos persiguen en los centros comerciales, invaden nuestra casa desde la televisión o colonizan la vida de niños y jóvenes.
Quizá sea más explicito el propio artista para definirse y definir su creación: “Soy Riiko, tengo 43 años, soy inmigrantre y vivo en Pepino. Estoy casado, tengo dos hijos, una casa grande y un SUV mediano. Soy artista revolucionario de profesión, aunque muchas veces me siento un mercenario, un bufon haciendo reir a la clase media dominante, ideologicamente mi enemigo. (…) Llamo a mi arte Turbo-realismo. Realismo por presentar la realidad tal y como es. Turbar, significa alterar y confundir el estado normal de las cosas. Turbo, da muchas vueltas y va muy deprisa. El arte que no está hecho para decorar los salones de los burgueses, tiene que se irreverente, irónico, escesivo, provocador y controvertido. El arte bueno hace reir, llorar, sudar, vomitar y cagarse encima.”
Semanas después de ver esta inauguración, Sakkinen apareció en todos los telediarios y periódicos debido a la polémica surgida de la obra que la galería finlandesa que le representa llevó a la feria ARCO, en la que se veía una imagen del dictador Francisco Franco. Algunos calificaron esta obra de simple afán de provocación, otros de un intento de buscar la atención mediática. Y para continuar con la comedia: llegaron a acusar a Riiko Sakkinen de hacer ¡apología de la dictadura!. Es genial, una vez más la falta, ya no de sentido del humor, sino la absoluta incapacidad de entender nada.
Mensaje de Wladimir Vivas:
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Wladimir Vivas
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