Ícaro Maiterena

by Infocerámica

Cerámica de Ícaro Maiterena

La autora de este artículo profundiza en la obra de Ícaro Maiterena, en los mecanismos de creación de un artista que nos aporta una mirada en la que la transformación, la metamorfosis y los procesos quedan congelados en una escultura que profundiza en las señas de identidad de la cerámica

Cartografía de la Memoria: aproximación a la obra de Icaro Maiterena

Alicia Vallejo

“Icaro Maiterena juega con la materia. Con seriedad infantil. Dejándose llevar por su propia piel y lo sentido. “

No llegamos a nada nuevo si partimos sabiendo de antemano dónde nos dirigimos. Icaro Maiterena busca “lo no hallado”. Es lento. Disciplinado. Concentrado. Interactuando con pasión con la arcilla. Invadido por las profundas sensaciones, producidas por el propio hacer. Se recrea trabajando. Entregado. Comprometido. Busca “el origen” del relieve que separa y une lo continuo.

Icaro Maiterena juega con la materia. Con seriedad infantil. Dejándose llevar por su propia piel y lo sentido. Manipulando con espontaneidad, descubriendo, observando, explorando, indagando, deconstruyendo y construyendo, uniendo y separando.

Convoca sinécticamente gestos aparentemente irrelevantes, en derribo o elevación, paridores de formas que expresan solitariedades contiguas. Asombrado descubre el resultado: fragmentos continuos, diversos, rizomáticos, criaturas elementales no estancas, incluidas, trozos singularizados del mismo todo, y, sin embargo, únicas,  diversas singulares. Al contemplarlo siente la necesidad de experimentar de nuevo, probar y comprobar variaciones (en el gesto, el tipo de arcilla, la temperatura, el tipo de cocción, los óxidos, engobes, esmaltes, sales y otras materias primas). ¿Qué pasaría si ahora enterrase en tierra la pieza antes de hornearla? La multiplicidad de posibles texturas le fascinan. Produce volúmenes aparentemente romos e inusuales. Objetos no útiles. Líneas de fuga de lo “bonito”,  recorridos por el vestigio del movimiento y el ritmo que los produjo. Obtiene la riqueza de la diversidad de lo aparentemente semejante. Se enamora de los pequeños detalles que particularizan.

Cerámica de Ícaro Maiterena

Hoy comparte con nosotros algunos de estos “productos” “geológicos u orgánicos”, ancestrales.  Observa con detenimiento. Requieren espacio, tiempo y reposo para abandonarse al vértigo contemplativo y toparse con el misterio de la superficie y su diversidad de texturas. Son inscripciones imprimidas por lo que vivieron la arcilla y el artesano al unísono, a lo largo del suceso: proceso animista creativo. Huellas que necesitan ser leídas, interpretadas, significantes del significado proceso metamórfico- artístico experimentado. Estamos ante la expresión del “cómo se hizo”, lejos de productos-significados.Esa realidad no material que impregna la realidad es lo que queda del proceso y lo que tú puedes recrear en la contemplación: el arte está en la ejecución y en tu mirada.

Ícaro vuela sobre el laberinto de lo estatuido, persiguiendo el arte barruntado y huyendo de conceptos manidos. Fascinado por la ductilidad y vulnerabilidad de la materia.  Bailando al ritmo de Deleuze: sin hacer síntesis, lejos de universos redondos, desaprendiendo o aprendiendo del más allá de lo sentido y conocido, adentrándose en pérdidas y vacíos para hacer surgir continentes contenidos en sí mismos, esculturas cerámicas.

Cerámica de Ícaro Maiterena

Impulsado por el fuego de la metamorfosis, sintiéndose un elemento natural más, actúa termodinámicamente sobre el barro, vuelca su energía con entusiasmo y coraje sobre la arcilla, en colaboración con aire, agua y fuego. Fluye, vaciándose en el “es-no es”, sumergido en la naturaleza misma, transmutado ante la vivencia de la transmutación que se produce en el barro, física, química, ciencia, alquimia y magia.  Indagando.

Lo leído, aprendido, contemplado atentamente, absorbido,  se desordena y mezcla, eclosiona, queda diluido, empujado por las puras sensaciones del contacto piel-arcilla. Experiencia telúrica.

Emprende su tarea dejándose doblegar por el vértigo de no marcarse objetivos definidos previamente, y desde el espacio del pliegue, anima al surgimiento de repliegues y resquebrajaduras dejando la dirección en manos de la entropía o resistiéndose a la estabilidad del producto acabado. Brotan, a partir de realidades contingentes,  mundos visibles e invisibles, formas y texturas, recreándose a sí mismas. Se deja llevar. Perdido, arrastrado por las sensaciones, puro pensamiento-acción sinéctico, abierto a las sinergias. Lo sentido, el sintiente y la fugaz sensación presente, como un huracán, le arrasan.

Cerámica de Ícaro Maiterena

Sus rápidos gestos y movimientos dejan su impronta en la vulnerabilidad de la arcilla, huella de la fugacidad, metáfora del “hacer”, sutil memoria esculpida hace visible la duración, el transcurso. El devenir, los cambios, transformaciones, alteraciones, variaciones que se han ido sucediendo en el transcurso del proceso creativo encriptadas en el objeto mostrado. Sagradamente respetuoso con la impronta, se deja llevar por la memoria de la arcilla, interaccionando con ella.

Sin separarse, como agente, ni de su acción ni del resultado, se permite la incertidumbre en la que se entrecruzan etiquetas y fronteras. Entregado y comprometido con el instante fugaz, se expande, vacía, rasga, plasmando la huella de su propio vaciamiento. Mientras, la arcilla, analogía de lo corporal, queda impresionada por la fugacidad del gesto, replicando, sutilmente, el  mapa neurológico  trazado por lo vivido.

Cerámica de Ícaro Maiterena

Explorar, experimentar, investigar, pero, el azar, el destino, la suerte y el caos están presentes. Azar que ata y desata en nuestras vidas coincidencias sorprendentes … Uno puede tratar de reducir la proporción del azar, controlar todas las variables que son posibles y aun así el misterio apasionante se manifiesta triunfante … nos “otreamos” en otro, testigo del enigma del proceso, desvelando secretos ocultos al artesano que vinimos siendo.

El curso de la acción: Amasar para recorrer los rincones inefables de este mundo, haciéndolos explorables. Hacer escultura para conocer, reconocer, comprender, explorar dimensiones de la realidad que solo la arcilla penetra. Hacer para recordar, pero no menos para olvidar. Modelar para extender nuestro cuerpo, los sentidos y salir del aislamiento siendo continuidad del propio contacto, provocando o convocando la aparición ritual de la poesía. Modelar para bailar o dialogar con los muertos, en su arte, en sus obras. Para escuchar a los vivos, para ejercer el placer inmenso de comprender el sentido de lo sentido.

Cerámica de Ícaro Maiterena

Para Icaro solo existe la creación colectiva. El proceso consiste en un diálogo animista con los materiales e instrumentos de los que nos valemos ejerciendo una acción cooperante, trabajando en equipo con ellos, materia, instrumentos y elementos naturales compañeros en un proceso comunitario de creación. Ellos son maestros. Es necesario conocerlos, compenetrarte con ellos, comprenderles, escucharles activamente, interaccionar personalmente, ser capaces de dejarte sorprender por ellos y poder anticipar cómo obrarán (sabiendo que tu intencionalidad puede conducirte a la ambigüedad, desafiando y estimulando tu deseo de indagar, y de acertar con un resultado digno, operando sobre lo impreciso, irregular, incierto, ante nuevos desafíos y buscando solucionar los problemas que se van planteando), sobre la marcha, consensuando con materiales, elementos e instrumentos.

Cerámica de Ícaro Maiterena

Las manos artesanas acarician, golpean, tamborilean, plasman, sobre el barro húmedo en colaboración con el azar y aprendiendo de las fuerzas de la naturaleza actuantes  presentes. Dedos penetrando, ondeando, horadando, creando sobre lo creado, recreándose, engendrando múltiples multiplicidades  en el seno de la arcilla, al ritmo de imaginados fósiles, animales, vegetales, misterios telúricos de una diversidad fragmentada, formas orgánicas antes acariciadas, singularidades replegadas sobre sí mismas, rugosidades, grietas, fracturas, orificios, quebraduras, pliegues rozándose en continuidad, resquebrajaduras adentrándose en la diversidad magmática, arcilla transformada por  agua, aire, fuego y el amor actuando.

Cerámica de Ícaro Maiterena

La memoria de las manos lleva los gestos espontáneos de la destreza natural y adquirida pero también la memoria de cientos de humanos que usan sus dedos de forma similar: rezan, aman, comen, crean. La memoria de las manos es siempre un enigmático ritual renovado…  el vacío de la carne se convierte en tierra. Del material en el que se sumerge la mano artesana, nace nueva memoria material. Resuena Sennet: Manos del artesano, sabias por el saber  y saber hacer de los humanos, dejando surgir la propia animalidad, llenos de algo que nos desborda, estallando poéticamente en cada gesto al ritmo de los asombros, redobles de tambores rituales, como el trote y el salto devorador de una fiera, haciendo anamnesia del material. Las manos trabajando sobre vestigios de la memoria grabada, sobre huellas con capacidad de revertir y desarrollarse a partir de sí mismas. Manos que penetran y crean vacíos allí donde llenaron espacios, produciendo nuevas formas sólidas. Indagando sobre el vacío, presuponiendo lo lleno.

Cerámica de Ícaro Maiterena

Cuando se crea, nada es cierto, nada es falso, la creación esta colgada en el instante… Nada es lo que parece… Todo esta por descubrirse o por ser inventado… Una búsqueda imposible de todas las metamorfosis del deseo recorriendo el cuerpo. Como si el deseo fuera una especie de dios moderno, obscuro, a veces pleno y en ocasiones inalcanzable llenándonos, apoderándose de nuestra acción … conduciéndonos a espacios invertidos, trastocando formas habituales, perdidos en algo que provoca, evoca, convoca, a la espera del desvelamiento de lo que el tacto escribió en la tierra, huellas que no dejan de ser huella hasta cuando las borramos.

Cerámica de Ícaro Maiterena

Aquí quedan, haciendo visible lo invisible: elevaciones espirales, simas rocosas, crustáceos, madera, carbones fosilizados, piedras, entrañas. Cortezas rígidas, duras protegiendo una arcilla profundamente acariciada, frágil y vulnerable, suave y delicada, húmeda, caliente. Arrugada por su propio devenir. Cartas de navegación del tránsito de las manos artesanas por  la versatilidad, mutabilidad, eventualidad, de la arcilla y del artesano. Somos producto de las interacciones y contactos. Magia y alquimia del fuego y los fluidos. En el espacio de la realidad surge un “lugar “ nuevo, reflejo y memoria de lo que fue, que lleva inscritas dos temporalidades, la geológica y la artística, realidades visibles o revelaciones invisibles, puertas para ir  de lo que somos a lo que todavía no somos , de lo que somos a lo que fuimos, del yo a la humanidad, de lo humano a lo telúrico, formando parte de lo vegetal, animal o mineral. Somos plásticos, algo excitable, engendrado por el encuentro, movimiento y transformación inherente, rebelándose contra lo estable, desde los sentidos y la imaginación. Ahí queda esta cartografía del instante vivido para que al contacto con tu mirada se obre, de nuevo, la metamorfosis.


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