Segundo obituario en las primeras semanas de este año, y los dos desgraciadamente dedicados a dos grandes nombres de la cerámica norteamericana: Warren McKenzie y, ahora, John Mason
El pasado 20 de enero falleció, a los 91 años, en su domicilio de Carlsbad (California), el ceramista norteamericano John Mason. Este artista, junto a Peter Voulkos y Ken Price, revolucionaron el mundo de la cerámica desde el Instituto Otis, en Los Angeles, donde, inmersos en el movimiento definido como “expresionismo abstracto”, comenzaron a realizar grandes esculturas en cerámica, saltándose la tradición, los límites y la escala que parecían asociadas a la cerámica.
Las primeras obras de Mason fueron esculturas y murales masivos, pesados, realizados en ocasiones con miles de kilos de barro. Obras en las que la expresión procede de la fuerza, el gesto, la improvisación para dar frescura a la reflexión.
Mason nació en Madrid (Nebraska), en lo más profundo del medio oeste americano. Pronto se trastaladó a California para estudiar arte, y allí se encontró, en 1954 con Peter Voulkos, que era el director del departamente de cerámica de la Universidad.
En 1974 Mason se trasladó a Nueva York, donde enseñó escultura en el Hunter College y donde produjo algunas de sus más aclamadas esculturas, como “The Hudson River Series2, con la que dió una nueva vuelta de tuerca en la evolución de la cerámica, al utilizar ladrillos industriales para la creación de una gigantesca escultura que llenó una sala del Hudson River Museum.
Mason regresó a California en 1984, donde volvió a la realización de esculturas en cerámica, después de exponer sus instalaciones de ladrillos por todo el país. E su vuelta al taller realizó esculturas con planchas, de una hechura y acabados perfectos, en contraste con el expresionismo de sus primeros años.
Mason estuvo trabajando hasta los noventa años, después de una larga vida dedicada a la cerámica, una cerámica que nunca fue la misma a partir de sus investigaciones en la década de los cincuenta, después de que revolucionaran el arte del barro definiendo un futuro en el que no hay límites a la creación del artista.