Entrevista de Wladimir Vivas.
En algún sitio he oído decir que “la casa es el espejo del alma”, en el caso de Xohan Viqueira (A Coruña, 1952), en lugar de en su casa, la entrevista se desarrolla en su taller, una antigua alquería en la huerta de los alrededores de Valencia. Y sí, su taller parece ser un reflejo de su personalidad: apasionado pero reflexivo y, en cierto modo excesivo aunque detallista. Las estancias de la alquería se desbordan de obras, de diferentes épocas y materiales, en cierto modo parece que trabajara un colectivo de artistas. Un trasunto fiel de la complejidad y la riqueza del arte de Xohan Viqueira.
La cerámica no fue tu primera opción ¿ni la última?
Mis comienzos fueron en la pintura, en la parte más pictórica que siempre me ha perseguido y a la que ahora estoy volviendo un poco.
¿Quizá la pintura es más directa, puede que en la cerámica sea más difícil conservar cierta frescura?
Si, la pintura es más directa. En cerámica tienes que tener la mentalidad de lo que tendrás después de la cocción, que es lo que a veces cuesta en un principio. También te produce un cierto asombro, porque con la cerámica, cuando tú trabajas con un boceto y ves que tienes que ser fiel a él, no es lo mismo que cuando tienes un boceto que es, simplemente, una idea y después te dejas llevar un poco por las reacciones de los esmaltes, de los colorantes o las técnicas; esto me está preocupando mucho ahora, yo dejo que la impronta del horno de su toque final.
Cuando se habla de técnicas de humo o cocciones de leña siempre pienso que tiene que haber una cierta dosis de generosidad, de permitir una cierta suerte de coautoría; es decir, yo pongo las bases, espero que ocurra esto, pero estoy abierto a sorpresas.
Claro, no intentar controlar tanto la técnica de modo que llegue un momento en que sea la técnica la que te controle a ti.
Pero eso cuando tengas lenguaje; realmente la técnica no es nada especial, pero lo que lo hace especial es la obra.
Las técnicas están ahí, no nos las inventamos.
Hablando de técnicas, Viqueira comenta que el ceramista debe hacerlas suyas; también hablamos acerca de la necesidad de quien empieza en la cerámica de acudir a los cursos con un espíritu abierto: hay que aprender técnicas, pero sobre todo asimilar conceptos, abrirnos a los mundos ajenos. Viqueira, con décadas de experiencia en la cerámica, sigue aprendiendo de lo que le rodea. Un extraño giro de la conversación nos lleva de lo imperecedero de las técnicas a la supuesta inmortalidad del arte…
Yo creo que el arte tiene que ser efímero, como la vida, dentro de dos mil años la inmensa mayoría del arte de hoy habrá desaparecido. Buscar la inmortalidad… ¿que nos diferencia a los humanos? parece ser que nuestra obra permanece por los siglos de los siglos; pero eso es cierto solo relativamente, porque el arte también es mortal. Es un error, en principio todo el mundo le da mérito a una cosa que haces manualmente, porque le gustaría sentarse en el torno y poder crear la pieza que tú haces. Entonces ¿cómo puedo apoderarme de algo de esa obra? Pues comprándomela, tratando de poseer parte de la inmortalidad que parece que tiene el artista. Es eso que parecen tener las artes plásticas y que el ser humano siempre ha perseguido.
¿Es miedo a la muerte?
Si, el miedo a la muerte está presente, pero estás muriendo desde que naces. Nadie te puede garantizar que sigas vivo dentro de media hora; por lo tanto, disfruta con lo que haces. Cuando disfrutas, se nota, se transmite.
¿Es posible hacer algo creativo sin disfrutar?
Hay gente que disfruta comiendo, copiando o, ¡yo qué sé, el disfrute y el placer son tan inherentes! Yo creo que la felicidad no existe, todo el mundo la persigue, pero no existe. Existe la paz, la paz contigo mismo, y sobre todo la libertad; yo cada vez que viajo, o me pongo a hacer un trabajo, me siento libre porque para mí la medida del tiempo ha cambiado. Como decía Mújica, yo no puedo ir a un supermercado y decir “deme 25 días más de vida”. No podemos comprar el tiempo, disfrutémoslo pues. Se va pasando la vida agarrados a ciertas cosas que, cuando descubres que no son las importantes, has perdido mucho tiempo. Pero reconocerlo es difícil.
¿Cambiarías algo si pudieras volver a tus inicios en el arte?
Hombre, cambiaría muchas cosas. Yo llegue a la cerámica a través de la pintura y de fracasos que tuve con la escultura; de muy joven conocí obras de Millares, de Saura, el grupo el Paso, de toda esta gente que me interesaba muchísimo y que en aquella época eran las vanguardias españolas, hablamos de los años 73 o 74. Yo llegué aquí a Valencia y venía con la idea de hacer Bellas Artes, pero con los fracasos que tuve, primero con la pintura… hice un cuadro grande con botellas de plástico que cosí, pero lo acercaron a una estufa y, al día siguiente, estaba todo destrozado; otro fue que empecé a tallar una piedra, y en la piedra siempre estaba “restando”, sacando volumen hasta que me encontraba una veta y no la podía cambiar. Con el granito o el mármol me pasaba lo mismo, todo lo que hacía era muy figurativo, muy simple..
Empecé por abajo, en fábricas en las líneas de colada de cerámica sanitaria, pero como pintaba bien, pues en seguida me pasaron a la sección de pintura y allí trabajé nueve años, hasta que me puse mi taller.
Al tiempo intenté formarme de un modo más o menos académico. Yo empezaba a profundizar en los nuevos lenguajes, porque mi enseñanza fue muy clásica; conocí profesores que tenían una obra más esquemática. Y fue cuando comencé a desaprender, a trabajar intensamente, compaginando la búsqueda de mi propio lenguaje con el trabajo que nos mantenía, pues ya tenía dos niños pequeños. Allí hice muy buenos amigos que mantengo.
Todo ese intenso aprendizaje se confirmó cuando volví a reengancharme a Bellas Artes, en el 2000. Allí tuve la posibilidad de comenzar con los nuevos medios, las nuevas tecnologías que me aumentaron mucho la visión. Y allí es donde realmente maduré, si no, probablemente me habría quedado como muchos: en la inopia y creyendo que son los mejores.
Eso que dices es interesante, porque las obras que en un momento histórico pueden tener una validez, años después pueden ser ya piezas de museo, en el sentido de que, más allá del valor como obra de arte, tiene su foco en la función que hacen en el momento de su realización: de ruptura, de apertura a nuevas visiones o de formulación de nuevos símbolos o lenguajes.
Yo recuerdo los “ejercicios de disciplinas” de entonces, que consistían simplemente en buscar piezas cerámicas que me interesaban en las revistas extranjeras, ¡y copiarlas!; veía artículos de tenmokús o “motas de aceite” y, con mucha dificultad, los leía y los reproducía, pero cuando ya lo conseguía perdía totalmente el interés. Pero esos “ejercicios de disciplina” me valieron para que ahora, si doy una pincelada, sé lo que estoy haciendo.
En la cerámica hubo una época en que la técnica tuvo demasiado peso ¿no te parece que ahora tiene demasiado peso la simple estética? En ocasiones parece que lo que se busca es el “efecto”, ¿no detectas una cierta falta de fondo?
Tienes razón, los valores han cambiado. Quizá tiene algo que ver el auge de Internet: ahora cualquiera tiene a mano las técnicas de ceramistas de todo el mundo, puedes ver vídeo de estos ceramistas trabajando. Pero la técnica es algo tan complejo que si no te limitas te puedes volver loco. Hoy en día hay muchos medios para conseguir un bagaje técnico, pero a veces hay que parar un poco, aprendiendo en la medida en que vayas necesitando hacerlo. Las técnicas debes ponerlas al servicio de tus ideas, y en último lugar de tus necesidades estéticas. Está bien aprender muchas cosas pero aplicadas a ideas, a conceptos.
¿No puede ser que hay ceramistas que se aferran a la técnica para “acotar” espacios? Me explico: me aferro a la cerámica, a lo que yo sé, estoy muy a gusto en mi pequeño mundo y el que se mueva, o utilice técnicas ajenas a la cerámica, ya no está dentro. Si usas esmaltes en frío, pintura o bronce, ya no haces cerámica…
Pero ¿quién dice que la cerámica no puede conjugarse con otros materiales? Nos da miedo limitarnos y, por otro lado, queremos limitarnos. Yo creo que te tienes que poner unos ciertos límites porque si no, de ahí a la locura hay poco.
Yo a veces llego al taller y no hago nada, porque me da miedo hacer las cosas, porque no me salen, y no me salen porque no tengo la idea clara, y si no me apetece hacer cerámica, no la hago, pinto o hago cualquier otra cosa.
¿Eso ha sido siempre así o antes te centrabas más?
Yo antes trabajaba día y noche, era un adicto al trabajo. He llegado a la conclusión de que “hacer por hacer” no sirve de nada. Porque ¿qué es lo esencial? a veces no sabemos qué es lo esencial. Si me gusta a mí y le gusta a la gente, piensas que quizá por allí hay que seguir, pero corres el riesgo de hacer y hacer…, de trabajar pensando en si eso se va a vender, pero es un error. Al final las obras que gustan son esas que son esenciales para ti, las que están sentidas.
Eso es quizá una de las cosas que llaman la atención de tu obra; otro profesor, Antonio Portela, me comentaba que le pasaba lo mismo ¿crees que tiene que ver el hecho de ser profesor?
Sí, yo lo noto ahora (después de jubilarme), soy mucho más libre y he recuperado mi espacio. Siendo profesor es muy difícil. La enseñanza, el trabajo directo con los alumnos, es reconfortante, pero es complicado combinar con el trabajo intenso en tu propio taller. El día tiene unas horas, no más… Yo he intentado ser más un maestro, con todo lo que la palabra implica, que un profesor.
¿El funcionamiento de las escuelas convierte a los maestros en profesores?
Los engulle. Si tienes inquietudes, tienes tu obra y tu taller, haces otras cosas, no terminas engullido por el sistema.
Xohan Viqueira no ha sido engullido por ningún sistema; más al contrario, parece absorber todo lo que ve, lo que siente. Lo que en otros artistas se podría considerar dispersión, en su caso conforma precisamente una unidad, multiforme, rica y que habla en diferentes lenguajes, pero unidad al cabo. Una obra a la que hay que acceder profundizando capa a capa. Una obra compleja, que evita lo evidente. Viqueira es un maestro. Viqueira es gallego.
El Museo Nacional de Cerámica “González Martí”, de Valencia, presenta desde el 18 de octubre una gran exposición del trabajo de Xohan Viqueira. Más Información.
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Más información: www.xohanviqueira.com
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Se prohíbe el uso o reproducción del texto y las fotos. Infocerámica agradece a Xohan Viqueira y Maite Larena, por su ayuda en la realización y edición de la entrevista. Las fotografías se publican con el permiso de su autor y queda prohibida su reproducción sin el permiso expreso del mismo.
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