El pasado año, durante un curso impartido por Chisato Kuroki en el el taller Numa Cerámica, en Gamones (Zamora), los asistentes tuvimos ocasión de presenciar a la cocción de un horno de tipo “árabe”, en la alfarería de Paco y M.ª Paz, en Moveros de Aliste.
Cae la tarde en Moveros, y como en otros tiempos, la imagen de una columna de humo subiendo desde el mismo centro del pueblo nos lleva a lo que debió ser algo habitual en tantos pueblos en los que la alfarería suponía el quehacer diario de miles de hombres y mujeres. Pero quien hoy, con esfuerzo y la ayuda de su horca, introduce brazadas de romero en el horno no es un alfarero árabe, aunque por la forma del horno podría serlo; ni tampoco estamos a mediados del siglo xx, cuando la alfarería de esta localidad era “cosa de mujeres”. Quien ahora suda, se mueve nervioso alrededor del horno estudiando la temperatura, observando el color de las llamas y del humo, atendiendo a cualquier detalle que le proporcione pistas de lo que está ocurriendo en el interior del gran horno de piedra, quien a todo esto atiende, es un alfarero del siglo XXI, Paco, que junto a M.ª Paz, se empeña no solo en conservar la alfarería de Moveros, sino que además lo hace recuperando viejas formas de trabajo, ya olvidadas en tantos talleres en los que el gas o el gasoil han reemplazado a la leña, al romero.
La alfarería tradicional siempre se ha movido a fuerza de demanda. Si las necesidades domésticas cambiaban, cambiaban las formas: así ha evolucionado a lo largo de los siglos. Pero, para bien o para mal, estas necesidades han cambiado en los últimos cien años lo que no lo habían hecho en los anteriores mil; afortunadamente se instalaron grifos en las casas y los cántaros se arrinconaron; con el frigorífico el agua del botijo pareció que perdía frescura y, para descanso de bronquios y pulmones, las cocinas de gas o eléctricas hicieron que quienes arrimaban el puchero a la lumbre dejaran de respirar humo.
Y gran parte de la producción de los alfareros pasó a ser objetos decorativos. La formas tradicionales, antaño dedicadas a traer agua de la fuente o a cocinar, pasaron a estar en las casas como recuerdo del pasado y, al perder la funcionalidad, perdieron tambien parte de su esencia. Muchas alfarerías, en un intento vano de emular a la industria, cayeron en la repetición mecánica de formas, colores y texturas; otras, en cambio, apostaron por mantener al menos parte de la pureza: los barros locales, las cocciones en los antiguos hornos y, como en el caso que nos ocupa, la tradicional ausencia de vidriados o decoración.
La alfarería de Moveros era y es sobria, su belleza estriba en la forma, hasta hace unas décadas realizada exclusivamente por la mujeres en el torno bajo, y posteriormente trabajada por los hombres en el torno alto o de pie. El barro, al menos cuando se cuece en horno de leña, es de un agradable color anaranjado, enriquecido en este caso con la huella de la reducción, provocada por el uso de matorral verde como combustible y por la técnica de cubrir la parte superior del horno con las ascuas sacadas directamente de la cámara de combustión.
La alfarería de M.ª Paz y Paco no es la única, ni es una especie de museo que atienda a los deseos de recuperación de la “pureza” del medio rural: es un taller de cerámica que ha sabido adaptarse a los tiempos, aunque eso lleve a paradojas como que sea más apreciada una alfarería que mantiene vivas algunas tradiciones que la que se ha dejado llevar por una falsa idea de modernidad.
Definitivamente cae la tarde en Moveros y, después de varias horas de cocción y de duro trabajo rodeados de humo y ardientes ascuas, Paco y M.ª Paz todavía nos regalan con una muestra de su trabajo al torno, además de una merienda en su taller. Definitivamente en Moveros saben como ganarse a los visitantes, tanto a los ceramistas como los simplemente hambrientos.
Wladimir Vivas
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Infocerámica agradece a Numa Cerámica por la ayuda para la publicación de este artículo. Las fotografías y texto se publican exclusivamente para la promoción de la alfarería de Paco y M. Paz y queda prohibida su reproducción sin permiso del autor.