Texto de Caterina Roma
Continuamos con la segunda parte de esta serie de artículos en la que la ceramista Caterina Roma comparte sus experiencias en la construcción de un horno de leña de los conocidos como “horno-tren”.
Construcción de un horno, ¿por dónde empezar?
Aunque la cocción de las piezas es el proceso cerámico más desconocido, el horno es probablemente la herramienta más importante del ceramista. Puede ser su mejor aliado… y en ocasiones también su peor enemigo. Por ello, construirse el propio horno es un aprendizaje que dota de muchos recursos, y amplía el abanico de posibilidades creativas, especialmente en el caso del horno de leña.
Cada tipo de horno tiene sus especialistas, defensores y detractores, y también el modo de construirlo se ajusta al dicho del maestrillo y el librillo; pero como expliqué en el primer artículo de esta serie, El horno de leña, reflexiones de una woodfirer novel, con esta presentación sólo pretendo orientar a quienes quieran tener una primera idea de los imprescindibles. Para ello, me basaré en mi propia experiencia con el horno de tren, aunque la mayoría de las consideraciones son válidas para cualquier tipo de horno.
Dónde construirlo
No hay duda de que la restricción más limitante para un horno de leña es el espacio. Por pequeño que sea, un horno de estas características ocupa bastante, y hay que asegurarse de que se cuenta con unos cuantos metros de más para almacenar la leña de un par o tres de hornadas. Además, aunque según el modelo produce poco humo, hay que tener en cuenta a los vecinos, y la legislación vigente de la región (el departamento de medio ambiente suele proporcionar este tipo de información). Hay que tener en cuenta, que en determinadas zonas de montaña está prohibido encender fuego desde el 15 de marzo al 15 de octubre, y se requieren permisos especiales. Antes de ponerse manos a la obra es preciso consultar la regulación de la zona.
Se puede construir en terreno llano, pero también en pendiente, por lo que se pueden aprovechar rincones que no ofrezcan otros usos.
El clima es, sin duda, un factor básico a tener en cuenta, no sólo pensando en lo que puede representar cocer en lugares de mucho calor, mucho frío o con vientos fuertes, sino porque también repercute en el diseño del horno. Si se construye un horno en la montaña, a más de 1.000 m de altura, por ejemplo, la chimenea debe ser más alta y más estrecha que a nivel del mar para optimizar el tiro. Por otro lado, y muy especialmente en lugares ventosos, hay que orientar el horno en la dirección del viento predominante, para que éste vaya a favor del tiraje y sea más fácil de controlar.
Para que el horno tenga estabilidad, y según el terreno, es recomendable construir unos buenos cimientos y un pavimento de cemento. También se puede hacer de modo más casero, colocando piezas de cemento gruesas y sólidas, de las utilizadas para la construcción.
Finalmente, será necesario un cobertizo aireado, para resguardar al horno (¡y al equipo!) de las inclemencias del tiempo. Si se construye antes que el horno, habrá que calcular con precisión el agujero para la chimenea.
Materiales
El material básico para la construcción del horno es, obviamente, el ladrillo refractario. Los hay de muchos tipos y categorías, densidades y calidades. Los estándares numéricos indican características técnicas, como la temperatura que resisten, por lo que hay que pedir la ficha técnica e informarse bien. Dentro de la misma gama, los precios también pueden variar enormemente, así que es recomendable pedir presupuesto a diversos fabricantes.
Sea como fuere, los ladrillos refractarios se dividen en dos categorías básicas: densos y aislantes. Los densos son muy pesados y de gran resistencia mecánica (sólo se pueden cortar con una buena radial, y aun así cuesta los suyo). En cambio los aislantes son muy blandos, ligeros, fáciles de cortar, pero hay que manejarlos con mucho cuidado, pues se desportillan y rompen con facilidad.
Como es lógico, cuanta más temperatura resisten, más caros son, por lo que hay que considerar qué temperatura alcanzará cada parte del horno, y usar el ladrillo adecuado, dejando siempre un margen de seguridad. Para la cámara de combustión hay que utilizar un ladrillo denso que resista al menos 1.400ºC (calidades AA o AO), mientras que para el suelo, la cámara de carga y la chimenea puede utilizarse una calidad inferior.
En cuanto a los ladrillos aislantes, utilizados en este tipo de horno después de una primera pared de ladrillo denso, con la calidad T-23 (1.300 ºC) es más que suficiente.
En todo caso, los ladrillos son bastante caros, así que vale la pena dedicar esfuerzos a comparar precios y, sobre todo, a buscar material de segunda mano. Aunque suene extraño, es habitual que el ladrillo refractario denso se reutilice, con lo que se pueden reducir mucho los costes. Para el horno de tren de 1,5 m³ de la imagen, se necesitaron unos 1.800 ladrillos densos, así que, a mitad de precio, el ahorro es considerable.
Por lo demás, se necesitan también varios sacos de arcilla refractaria para utilizar como cemento, que se endurecerá en la primera cocción. También se puede utilizar cemento refractario, pero es más caro y, una vez fraguado, dificulta mucho cualquier corrección o reparación posterior.
La construcción
Una vez hecho el pavimento (hay que dejar un margen de un par de semanas para que el cemento fragüe y se seque bien), se colocan unas piezas huecas de cemento de la construcción, a fin de aislar el horno del suelo y levantarlo para que quede a una altura más cómoda. Sobre estas piezas se construye el suelo del horno: dos capas de ladrillo refractario denso, resistente a 1.250 ºC.
Hecho esto, ya se puede empezar a levantar primero la cámara de combustión, la chimenea y finalmente las paredes de la cámara de carga entre ambos. Con la arcilla refractaria se prepara una barbotina espesa que se usa a modo de cemento. Resulta muy cómodo de utilizar, pues no tiene tiempo límite de fraguado, y es un material cuyo comportamiento el ceramista conoce a la perfección.
En general, los diseños no tienen mucho secreto, aunque por supuesto, es esencial tener un plano detallado con las dimensiones, teniendo en cuenta puertas, laterales, agujeros de observación, de carga lateral, etc.
En el caso de este horno de tren, el techo de la cámara de carga, que es por donde entran las piezas, consiste en placas de mullita cortadas a la medida, de un grosor de 2,5 cm. Son caras y difíciles de encontrar, pero resulta práctico a la hora de cargar y cerrar. Sobre estas placas se coloca, durante la cocción, un recubrimiento de ladrillo aislante.
Una vez se ha diseñado el horno y se tienen todos los materiales a punto, para un horno mediano se necesitan un par de semanas y un equipo de 4 o 5 personas. Es un trabajo duro pero satisfactorio.
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Lecturas
Hay varios libros sobre la construcción de hornos, alguno de ellos en castellano, aunque suelen ser densos, y muy técnicos si uno sólo quiere hacerse una primera idea. Además, hay tantos tipos de horno, que lo más recomendable es elegir primero el diseño, partiendo de las necesidades. Una buena manera de hacerlo es investigar el tipo de horno de las piezas de los ceramistas cuyos acabados de leña quisiéramos conseguir.
Sea como fuere, aquí vienen algunas de las lecturas que pueden ayudar:
- Anagama: Building Kilns and Firing, de Furutani Michio. Centrado en la construcción de hornos anagama.
- Construcción de hornos, de Ian Gregory. Un buen libro para explorar las distintas posibilidades y hacerse una idea de los básicos.
- The Kiln Book, de Frederick Olsen. Proporciona muchos detalles para la construcción de todo tipo de hornos (no sólo de leña), desde las consideraciones generales a los pequeños trucos.
- Wood kiln firing techniques and tips. Un regalo de ceramicartsdaily.org, que los usuarios registrados pueden descargarse gratuitamente. Muy breve, pero sirve de inspiración..
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Infocerámica agradece a Caterina Roma la posibilidad de publicar este artículo. Las fotografías y texto se publican exclusivamente para la promoción de la artista, queda prohibida su reproducción sin permiso de la autora.