El siguiente reportaje, aunque escrito por Wladimir Vivas, es el resultado de una entrevista realizada a Pep Gómez y Alicia Rochina en su casa de La Borne (Francia), donde viven desde hace años.
Durante esta entrevista, más bien una charla de amigos, Pep y Alicia nos contaron sus comienzos y las motivaciones para trasladarse a La Borne, en el centro de Francia, que fueron básicamente las posibilidades de hacer su cerámica en hornos de leña.
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Alicia Rochina y Pep Gómez – Francia
por Wladimir Vivas, Alicia Rochina y Pep Gómez
Pep y Alicia trabajan y viven desde hace años en La Borne, un sitio muy especial para quienes desarrollan una cerámica cocida en grandes hornos de leña, y en general para cualquier ceramista, ya que no es habitual que en una pequeña localidad rural de unos 150 habitantes se concentren alrededor de 80 ceramistas, la mayor parte de los cuales utilizan hornos anagama, noborigama o cualquier otro tipo de horno de leña.
Con motivo de una cocción de su horno (que se puede denominar anagama-noborigama, ya que reúne las características de ambos tipos: tiene una primera cámara que actúa como un anagama, pero cuenta además con otras dos cámaras, lo que le convierte en una suerte de noborigama). Con motivo, decía, de la cocción de este horno nos reunimos en su casa durante una sobremesa para charlar sobre su vida en Francia.
Piezas de Pep en el jardín de su casa en La Borne, Francia
Resulta revelador que, frente a lo que podría pensarse, en la vida en un lugar como La Borne no todo son ventajas para un ceramista, precisamente por el hecho de haber tantos, en ocasiones puede resultar un poco agobiante, según nos dice Pep: “Lo que vives aquí sabes que no lo vas a vivir en ningún otro sitio. Pero claro, depende de a lo que le des más importancia: si le das más importancia al nivel profesional, pues es perfecto; pero si le das más importancia al nivel de amistad ya no lo es tanto.”
Alicia y Pep llegaron a La Borne como una necesidad, ya que sus inquietudes en la cerámica pasaban por el uso de hornos de leña: “la idea surgió porque nosotros cocíamos con leña y en España era difícil encontrar gente para que nos ayudara, y además Pep ya conocía aquí a ceramistas…”, nos cuenta Alica y completa Pep: “este es ya nuestro tercer horno, los dos primeros en Catalunya, más pequeños, como de unos dos metros cúbicos, entre bourry box y anagama. Mis amistades de La Borne me decían ′veniros para acá′, y decidimos venir.”
Pep y Alicia hablan por turnos, completándose los conceptos el uno al otro, aunque con diferencias entre sus formas de ver la su vida en Francia. Pep en ocasiones parece replantearse su vida en La Borne, incidiendo en que no todo es de color de rosa, a lo que Alicia contesta suavizando el discurso: “aquí hacemos una hornada y si necesitas gente que venga a cocer, todo el mundo está dispuesto y, además, cualquiera puede venir a hacer un turno en la cocción sin ningún problema…”
Aunque finalmente también Pep admite que “Es muy interesante a nivel cultural porque se organizan muchas cosas y otras surgen de aquí (…). Yo creo que a nivel mundial, después de Japón, es el sitio donde hay más concentración de hornos de leña, nosotros vinimos aquí exclusivamente por eso. Pero si yo tuviera la posibilidad de irme para España no me lo pensaría, aunque sé que allí es más difícil vivir de piezas de hornos de leña. A veces me encuentro gente que dice que está pensando en venir a Francia a vivir y yo les digo: “yo no lo haría”.
Alicia y Pep dedican su tiempo a la realización de cerámica que venden de forma directa en su taller y en diferentes ferias:
—Ahora hay muchos ceramistas que hacen ferias por Francia −pregunto.
—Que la gente venga aquí me parece bastante normal porque en España la cosa está muy difícil, pero otra cosa es vivir… −nos dice Pep.
—Al fin y al cabo, vosotros también os hacéis 1.000 kilómetros para ir a otras ferias, por ejemplo viajando hasta Alemania, −digo, recordando lo que me han habían comentado anteriormente.
—Claro −contesta Pep−, el producto cuesta más venderlo aquí, porque cada vez hay más gente; en lugar de hacer 500 km y no vender, pues tienes que hacer 1.000 y vender tu trabajo.
La organización de esta pareja de ceramistas ha definido el “papel” de cada cual, y Pep es el encargado de viajar a las ferias, mientras Alicia se queda en el taller reponiendo las piezas que vayan haciendo falta, haciendo hornadas en los hornos de gas y preparando el trabajo para las siguientes ferias.
—¿Cuántas ferias al año soléis hacer aquí en Francia?
— El años pasado en Francia hemos hecho una en Francia y diez fuera, principalmente en Alemania.
—¿Ha habido épocas que os ha ido mejor aquí en Francia?
—Al principio hacíamos las ferias de aquí, −concluye Alicia.
Alicia y Pep recuerdan sus comienzos en La Borne, cuando comenzaron a construir su horno y vieron como la solidaridad de los ceramistas hizo que tuvieran varios ayudantes voluntarios. Nos cuentan la costumbre de tener estudiantes en prácticas en su taller: “Si viene una persona a hacer prácticas al taller lo que nosotros no hacemos es ponerla a cortar leña”, −nos cuenta Alicia entre risas, a lo que Pep contesta: “no son de mucha ayuda, pero a mi también me hubiera gustado en mi época de estudios haber podido hacer esto.”
Otro aspecto de la vida en La Borne del que nos hablan es la existencia de la Asociación de Ceramistas, de la que destacan el carácter participativo de los ceramistas, que acuden a todas las asambleas y participan como voluntarios. Pep formó parte de un comité encargado de la selección de ceramistas invitados: “Cuando quise invitar a Ángel Garraza, hubo quien me dijo: “¡Este año el Barça ha ganado no-se-que y el Madrid no-se-cuanto, y encima nos vas a traer a un español a hacer una exposición!” Bueno, fue un poco en broma, pero tuve que pelarme de verdad.”
Además de Ángel Garraza, también han pasado por la sala de exposiciones de la sede de la asociación otros ceramistas, como Teresa Gironés, Rafa Pérez, Joan Serra o Mia Llauder. Pero el resto son prácticamente todos franceses, excepto algún suizo y algún japonés, como Takeshi Yasuda.
No cabe duda de que Alicia y Pep están integrados en La Borne, pero está claro que no todo es tan bonito como puede parecer desde fuera. La vida de los ceramistas es difícil en casi todos lados; no hay atajos y, si Pep y Alicia terminaron y continúan en La Borne, no hay que pensar que es porque su vida sea idílica, aunque cuesta no sentir algo de envidia al conocer su casa, llena de cerámicas de sus amigos, y su magnífico horno, que suelen cocer un par de veces al año, así como el entorno, en el que puedes encontrarte tomando una cerveza en el bar del pueblo a varios importantes ceramistas, no solo de Francia, sino de cualquier parte del mundo.
Alicia y Pep han vivido desde que llegaron en una casa fuera del pequeño casco urbano de La Borne, más aislada si cabe, aunque están en el proceso de instalarse en una nueva casa en el pueblo, donde tendrán también un taller, en un precioso entorno aunque, como nos recuerdan, este lugar lleno de magníficos árboles y praderas, es así de frondoso a causa de las lluvias y la humedad, que es una constante en este rincón de Francia: “Siempre tienes que ir con paraguas y botas de agua.”
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