Texto de Caterina Roma
El horno de leña para cerámica es visto por algunos como una herramienta de trabajo anacrónica y poco práctica, envuelta en romanticismo para otros… Sin embargo, raramente se consideran los aspectos que hacen de él un horno competitivo, que puede tener muchas ventajas frente a otras opciones.
Tal vez porque en nuestro país el concepto apenas ha evolucionado desde los hornos comunitarios de grandes dimensiones que necesitaban un numeroso equipo de trabajo, o largos turnos durante días de cocción. Sin embargo, el diseño del horno de leña se ha actualizado y adaptado en muchas partes del mundo a las necesidades de ceramistas con pequeños estudios, y son manejables por una o dos personas, y con cocciones de menos de 24h.
Construí recientemente un “horno-tren” de una capacidad de 1,5 metros cúbicos en las montañas cerca de Barcelona. En este artículo y los que seguirán de esta serie no pretendo hacer un estudio exhaustivo de cómo construir y utilizar un horno de leña, pero creo que las horas de reflexión, la experiencia y la investigación que realicé pueden resultar útiles a otros ceramistas de estudio que deseen dar el paso sin embarcarse en un proyecto faraónico, pues todavía recuerdo las dificultades para desembrozar la entrada de este camino.
(*) “Woofirer” es el término que se usa en el ambiente cerámico de habla inglesa para definir a un ceramista que cuece en horno de leña.
¿Por qué construirse un horno de leña?
Consideraciones tan prácticas como la necesidad de un horno de mayor tamaño que no supusiera una inversión desmesurada fueron las que me impulsaron a decidirme por el horno de leña. Los hornos de gas y eléctricos que se pueden encontrar en el mercado con una capacidad de 1,5 metros cúbicos excedían mi presupuesto, sin olvidar el coste de cada hornada, y el consumo dependiente de las empresas de distribución.
Con un buen equipo de trabajo, materiales de segunda mano y un plano detallado, la construcción de un horno de leña puede realizarse a un precio razonable. Por supuesto, para que la cocción resulte también a buen precio hay que construirlo en una zona donde la leña sea abundante y económica, o mejor aún si se pueden conseguir retales de aserraderos locales. Veremos más adelante las cantidades necesarias según el tipo de horno.
Pero no hay duda de que la ventaja estrella de este tipo de horno es el resultado que se puede obtener. Con hornos de este tamaño, con los que se pueden realizar cocciones relativamente a menudo, no es necesario tener años de experiencia para empezar, puesto que tampoco se pierde tanto con unos primeros ensayos. Para mí, las consideraciones estéticas fueron las que me acabaron de decidir: ¿con qué otro horno se pueden conseguir esos maravillosos efectos por la ceniza volatilizada? El resultado son piezas únicas con un valor añadido.
Tipos de hornos y por qué elegí un horno de tren
Uno de los aspectos que más dolores de cabeza puede conllevar es decidirse por un modelo de horno. Los ceramistas occidentales siempre hemos sentido una gran fascinación por el horno de tipo oriental, pero hay muchos aspectos a considerar que no se suelen tener en cuenta dada la mitificación que los rodea.
Hay una gran variedad de diseños y modelos, dependiendo del espacio disponible, la temperatura que se quiera alcanzar, la arcilla que se use y el resultado deseado. Hay una clasificación básica, basada en el movimiento de la llama y los gases por el interior del horno desde la cámara de combustión hasta que sale por la chimenea, que los divide en hornos de tiro superior, cruzado o invertido.
Los de tiro superior son nuestros hornos tradicionales y el movimiento es vertical: el fuego entra por debajo de la cámara de carga y sale por arriba. Suelen ser de estructura cúbica o cilíndrica, y no están diseñados para conseguir efectos de volatilización de cenizas y son de eficiencia media. Suelen ser más fáciles de construir, y son también más compactos.
Los orientales, de tipo anagama, son de tiro cruzado y de movimiento horizontal, la llama entra por un extremo (la cámara de combustión) y sale por el otro (la chimenea) sin apenas obstáculos, pues en realidad la cámara de combustión no tiene una separación física con la cámara de carga, y suelen estar construidos en una pendiente para optimizar el tiro. Este tipo de horno requiere cocciones muy largas, normalmente de unos cuatro o cinco días mínimo, que se pueden alargar hasta los 10 días. Los modelos orientales, sobre todo japoneses, apenas han evolucionado y son muy poco eficientes en términos energéticos. Para una cocción de 4 días, un horno de 1,5 m³ de cámara de carga puede necesitar unos 7 m³ de leña. Obviamente, tras tantos días de cocción se pueden alcanzar efectos de ceniza mucho más intensos que con cualquier otro horno.
Frente al cargo de conciencia que representaba este gasto descomunal de leña, busqué alternativas que me permitieran conseguir efectos parecidos sin tanto dispendio energético, de tiempo y humano. Lo encontré en el horno-tren, de tiro invertido con cámara de combustión tipo Bourry.
Con este tipo de horno basta con una cocción de 18 a 24 horas y unos 2 m³ de leña para alcanzar los 1300 ºC. Si se quieren conseguir efectos de ceniza más acusados, se puede alargar la cocción y adaptar la técnica. La eficiencia se debe por una parte a que en los hornos de tiro invertido el calor circula por la cámara mucho más tiempo y se reparte mejor, consiguiendo así una temperatura uniforme. Y por el otro, al diseño de la cámara de combustión tipo Bourry, en la que los troncos arden en suspensión, aprovechando al máximo su poder calorífico. En cuanto a los efectos de ceniza, aparecen gracias al diseño, adaptado específicamente para favorecer este rasgo: es alargado y con paso abierto entre la cámara de combustión y la cámara de carga; además, si se realizan cargas de leña laterales, estos efectos pueden acentuarse todavía más.
De hecho, estos dos factores fueron los que motivaron el diseño: conseguir efectos de volatilización de cenizas parecidos a los del anagama en un horno más pequeño y eficiente, y que no sea tan caro de construir y cocer. Además, la cocción más corta significa que no es necesario contar con todo un equipo y se puede usar de forma más regular.
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Lecturas
Apenas existe bibliografía en castellano sobre la materia, así que hay que recurrir a libros en inglés. Los que me resultaron más útiles en una primera fase son:
- Anagama: Building Kilns and Firing, de Furutani Michio. Lectura obligada para hacerse una idea completa sobre el funcionamiento y la construcción de hornos anagama, pero también para adentrarse en el mundo de los hornos de leña en general. Está disponible online gratuitamente y es una lectura deliciosa.
- The Kiln Book, de Frederick Olsen. Uno de los clásicos. Proporciona muchos detalles para la construcción, además de diversas consideraciones preliminares. Bastante denso, pero funciona como libro de referencia.
- The Log Book. Revista bimensual centrada exclusivamente en cerámica con hornos de leña en todas sus variantes. Ofrece artículos en primera persona de artistas de todo el mundo y sus hornos. Además, en su web ofrecen una lista de lecturas recomendadas que vale la pena consultar.
- Wood Firing Journeys and Techniques. Una recopilación de artículos de la revista Ceramics Monthly con planos, recetas de esmaltes y técnicas. Muy recomendable.
- Wood kiln firing techniques and tips. Un regalo de ceramicartsdaily.org, que los usuarios registrados pueden descargarse gratuitamente. Muy breve, pero sirve de inspiración..
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Infocerámica agradece a Caterina Roma la posibilidad de publicar este artículo. Las fotografías y texto se publican exclusivamente para la promoción de la artista, queda prohibida su reproducción sin permiso de la autora. La imagen de la cámara de combustión bourry box procede de la página web www.sidestoke.com, donde se puede ampliar información (en inglés) de este tipo de hornos.