La autora de este artículo muestra el contenido del Museo de la Cerámica Contemporánea Cubana, situado en la ciudad de La Habana, y que ocupa la denominada Casa Aguilera, una edificación del siglo XVIII, donde se puede conocer la historia de la cerámica contemporánea cubana desde mediados del pasado siglo.
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“El Museo de la Cerámica en sus 25 años: una colección que se enriquece”
por Surisday Reyes Martínez
Como muchas de las instituciones museísticas existentes en Cuba que exhiben, cuidan y promueven su patrimonio tangible o intangible, en este caso, el Museo Nacional de la Cerámica Contemporánea Cubana desde su fundación el 5 de mayo de 1990, se ha preocupado, incansablemente, por legitimar esta disciplina dentro del contexto creativo contemporáneo cubano e incentivar a consagrados y jóvenes a abordar en este soporte sus principales inquietudes. Cabe destacar que el trabajo museológico y museográfico ha respetado, en primer lugar, el valor simbólico de las locaciones en que ha tenido sede. Primero, en una construcción tan emblemática como el Castillo de la Real Fuerza y, en la actualidad, en la Casa Aguilera se han desplegado en su perfil permanente las propuestas de singulares creadores. En orden cronológico se disponen en cada sala las obras que ilustran momentos claves del desarrollo de esta expresión del arte en la Isla.
Así, en la planta alta se muestra el panorama de la cerámica artística nacional desde 1950 hasta la actualidad. En la sala “Los Iniciadores” se exponen piezas de Amelia Peláez, Wifredo Lam, René Portocarrero, Mirta García Buch, Martha Arjona, entre otros, pertenecientes –en su mayoría– a la primera y segunda generación de la vanguardia plástica cubana. Todos desde sus respectivas poéticas ponderaron con su creación vasijera el valor artístico de la disciplina.
También se encuentra “Triunfo Revolucionario”, con las propuestas de Alfredo Sosabravo en posición y cantidad privilegiadas debido a la importancia de este autor en el cultivo de lo que se ha denominado cerámica escultórica, junto a los creadores que trabajaron –fundamentalmente en el Taller de Cubanacán– como Reinaldo Calvo, Fernando Velázquez Vigil, Julia González, Ángel Rogelio Oliva, Jorge Ferrero y Oscar Rodríguez Lasseria, entre muchos otros.
La sala “Terracota 4” está dedicada a piezas representativas de los fundadores de este grupo: Amelia Carballo, Ángel Norniella, José Ramón González y Agustín Villafaña, quienes dieron los primeros pasos en la realización de instalaciones y potenciaron el valor conceptual de las obras, lo cual amplió el panorama estético de la cerámica en el país. Por su parte, en “La Vasija” se exhiben propuestas de Aniceto Mario Díaz, Isavel Gimeno, Manuel Hernández, Jorge Jacas, la familia Chávez, Glaucia Basulto y otros artistas que se han interesado por este modo de hacer, lo que reafirma la existencia de tal categoría dentro de la política de coleccionismo del museo.
Por último, la sala “La colección crece” abarca el resto de los espacios disponibles en la planta alta y baja. Está conformada por obras de pequeño, mediano, gran formato e instalaciones que corroboran la riqueza de la manifestación en cuanto a lenguajes, temáticas, así como su contemporaneidad. Entre ellos podrían citarse a Osmany Betancourt, Teresa Sánchez, Humberto Díaz, Rafael Miranda, Martha Jiménez, Pedro Pablo Oliva, etc.
En la planta baja se halla el área de “Exposiciones Transitorias” que acoge muestras colectivas, panorámicas, monográficas o personales. En el patio central se concibió el proyecto “Un ceramista, una maceta, una planta”, a base de contenedores o portamacetas individualizadas por autores, con la intención de que permanezcan en condiciones de ambientación definitiva para este espacio del museo.
A esta encomiable labor de fomento y promoción de la cerámica, en primer lugar a través del perfil expositivo permanente, se suman las iniciativas generadas, especialmente, las bienales de cerámica que se desarrollan desde 1989. Se trata de dos certámenes de carácter competitivo y alterno: uno está dedicado a las esculturas, instalaciones y proyectos; mientras el otro acoge vasijas y paneles. Ambos permiten que artistas de diversas regiones del país den a conocer su trabajo y sean laureados cuando así la obra lo amerita.
En el primero de estos eventos han ocurrido cambios importantes que permiten hablar de la solidez de estas muestras, pues si en los años iniciales solo competían piezas de pequeño formato, para 1998 se ampliaron las dimensiones de las obras hasta 120 cm. En el 2000 se incorporaron las instalaciones y en el 2010 se pensó en continuar incentivando este quehacer a partir de la presentación de proyectos realizables. En el caso de la Bienal La Vasija surge concretamente en calidad de concurso en el 2002, aunque en ocasiones previas esta modalidad discursiva se presentó como parte de las exposiciones monotemáticas organizadas por la institución. A través de estos eventos y de las propias muestras que se conciben se han ido enriqueciendo los fondos de esta colección de cerámica contemporánea en pos de mostrar el ingenio, el dominio técnico, la profundidad conceptual que distingue a esta praxis en el contexto artístico cubano actual.
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Museo Nacional de la Cerámica Contemporánea Cubana
Casa Aguilera
Mercaderes núm. 27 esquina a Amargura
La Habana Vieja (Cuba)
Tel. 861 6130
Email: ceramica@bp.patrimonio.ohc.cu
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Se prohíbe el uso o reproducción del texto y las fotos, que se publican en Infocerámica con permiso de la Autora, a quien agradecemos su colaboración. Fotos: Archivos del Museo Nacional de la Cerámica Contemporánea Cubana
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