Desde el pasado 17 de enero y hasta el 23 de marzo, se puede visitar la exposición de la ceramista María Oriza, que presenta en la madrileña galería Astarte la exposición titulada “Espacios cómplices”, en la que se muestran sus últimas obras.
La obra en cerámica de María Oriza que podemos disfrutar en esta exposición continúa la exploración que vimos en sus últimas muestras, esto es, el desdoblamiento de los planos de las piezas a la búsqueda del espacio. Si la arquitectura y la escultura son una forma de encerrar o crear espacios, la escultura de Oriza los manipula mediante efectos visuales, mediante juegos. El juego puede entenderse como búsqueda del bienestar, como algo lúdico, pero también cumple una función de desarrollo de nuevas experiencias o ruptura de límites. Y eso es lo que encontramos en la obra de María Oriza, una búsqueda, un descubrimiento más bien, de los espacios que propone; esos espacios que cambian, modelados no sólo por los límites físicos de sus esculturas, sino también por los efectos ópticos. Las líneas o colores que conforman la superficie de sus esculturas forman parte, no sólo de la pieza en si misma, sino de la experiencia de quien la contempla: provoca la dislocación de los planos, el movimiento aparente, hace que el espectador interactúe con la escultura, la modifique a medida que se mueve alrededor.
Esta exposición es un peldaño más en la carrera de María Oriza, que se va haciendo más y más madura, de forma callada y constante, sin estridencias ni fuegos artificiales. Con un cuerpo de obra reposado y coherente, que sin duda en el futuro se verá como una evolución progresiva que va formando un lenguaje propio y reconocible.
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María Oriza | espacios cómplices
El espacio que inunda el objeto está dotado de la capacidad de provocar. La escultura, al compartir corporeidad con los objetos, soporta el inevitable peso de la rememoración de su función. Por encima del objeto existe la forma en potencia, carente de materia pero repleta de energía y significado propio. La forma, inseparable de su propia esencia, se presenta abstracta previa a cualquier materialidad o destino.
“Espacios cómplices” tiene la aspiración de servir como provocadora de complicidades. Cada ser se relaciona íntimamente con el lugar en el que habita, hasta convertirlo en parte de su existencia, de manera que uno explica al otro y viceversa. Trato la forma como ente inseparable de su naturaleza, pero capaz de adaptarse al espacio.
El gres y el dibujo en su superficie siguen proporcionándome la versatilidad necesaria para expresar los conceptos y crear las formas que presento en esta exposición. En “Equilibrio” parto de óvalos dibujados que, seccionados y alejados del plano, crean un espacio que rememora a una esfera en continuo movimiento, pero su corporeidad sólo permite moverse en una única dirección, buscando su equilibrio permanente.
“Celeste” es un espacio de cobijo. Su retícula de líneas entrecruzadas a modo de constelaciones genera círculos, estrellas…
En “Espacio amputado” la vocación del entramado para construir, para soportar, busca incansablemente la construcción de un habitáculo que no existe porque se ha perdido y es puro recuerdo, o nunca ha existido y es puro anhelo. Esa estructura sólida pensada para soportar describe sólo un laberinto de habitaciones vacías generadas a partir de una sola esquina; la proyección en el espejo de esa esquina real hace posible la creación virtual de las otras tres necesarias.
Hay formas, como “Lúnula”, “Iris”, “Trébol” en las que el lugar de encuentro es el tema fundamental.
“Sonido del silencio” describe un espacio propicio para la reflexión. Su forma cilíndrica abierta permite la entrada y salida, el punto de partida y de llegada no es importante; el camino adquiere protagonismo, lo esencial es caminar.
El cilindro comparte forma con el túnel y la cueva, y al igual que en ellas el sonido se ve alterado, se produce eco, e incluso se intenta escuchar el sonido del silencio.
“Érebo”, lugar de no retorno, habla del camino, pero no como motivador a la reflexión. Es un espacio por el cual se transita, se observa y se comparte por un instante el antes y el después, inicio y final.
Los “Navegantes” comparten con “Érebo” la esencia de su forma y superficie, pero son entes independientes y diferenciados.
“Erinia”, arquetipo de la venganza que, conformándose a partir de tres planos como unidad inseparable, juzga, sentencia y ejecuta.
“Espacio espiral” evoca la esencia de la evolución. Estructura resultado de acontecimientos, del crecimiento. Avance convergente o divergente, reflexión sobre el principio y el fin, arbitrariedad del sentido del movimiento.
La forma generadora de dinamismo subyace (espiral, hélice). Y aún cuando no está expresada formalmente, la complicidad con el espacio hace posible percibirla.
Texto de la artista publicado en el catálogo de la exposición
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[contenttab]Galería Astarté
C/Monte Esquinza, 8
28010 Madrid
Tel. 91 3194290
www.galeriaastarte.com[/contenttab]
[contenttab]www.galeriaastarte.com
Para ver una selección de cerámica de María Oriza Pinche aquí
Para descargar el catálogo de la exposición Pinche aquí (archivo PDF,
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[contenttab]Infoceramica agradece la colaboración prestada por la galería Astarté para la realización de este artículo, así como a la propia María Oriza por el permiso para la publicación del texto.
Las fotografías y textos están extraídas de la información ofrecida por la galería y se utilizan exclusivamente para la promoción de esta exposición.[/contenttab]
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Texto: Wladimir Vivas