Cuando un grupo tan numeroso de personas (en torno a cuarenta entre ceramistas, organizadores y participantes en actividades paralelas) se dan cita durante dos días para ofrecer su trabajo y experiencia de forma desinteresada, con un afan de mostrar lo que hacen, sólo hay una actitud posible: el agradecimiento. Todos los asistentes a la tercera edición de “Domadores de Fuego” debemos estar agradecidos a quienes hacen posible un acontecimiento como este, único en el panorama nacional y que debería promocionarse más en el ámbito internacional dentro del “circuito” de actividades y festivales de cerámica. Este agradecimiento debería empezar por la organización, bajo la batuta de Joaquín Vidal, incansable y ubícuo en su ayuda y asistencia a participantes y visitantes, además de sus aportaciones personales.
El ambiente en Domadores de Fuego es relajado, algo que puede parecer extraño dado el número de actividades que se desarrollan; sin embargo, el ritmo lento que generalmente acompaña las cocciones de cerámica hace que sea posible pasear por el parque de Muel charlando, contemplando los talleres y admirando la maestría de los participantes. Por supuesto, este ritmo tranquilo se acelera en momentos clave, al abrir un horno de rakú o cuando el horno-trinchera empieza realmente a llamear con ganas, cuando la temperatura de los hornos empieza a subir y la presión hace rugir los quemadores de gas, o cuando la carga de leña en el horno se acelera. (¡qué fácil se me pone hacer una similitud entre esto y hacer el amor! Pero es que estar aquí te hace realmente amar aún más la cerámica, sentirte féliz de estar en un sitio como este y dedicarte a algo como esto. Además del tema del “relax post-cocción”…)
Otra característica única también de agradecer en Domadores de Fuego es la variedad. Hay actividades de diferentes tipos y muchas personas de toda España (y Portugal) implicadas; hay exposiciones, espectáculos, cocciones y talleres en los que puede participar todo el que quiera, actividades para niños, performances e instalaciones, murales y zonas para relajarse, música, teatro, etc; el ocio y la cultura unidos finalmente. Porque además de un espacio de estudio de las posibilidades artísticas de la cerámica y de la forma en que los procesos se convierten en arte en si mismos, Domadores de Fuego es la mejor de las formas en que cualquier persona con inquietudes o curiosidad puede pasar un fin de semana de verano, con la seguridad de encontrar sorpresa y emoción.
Como en ocasiones anteriores, la inauguración oficial de las jornadas tuvo lugar en el Taller-Escuela de Cerámica de Muel, cuya sala de exposiciones está ya entre los puntos fuertes del calendario de muestras de cerámica. En esta ocasión, además de encontrarnos con los amigos y conocer lo que nos esperaba durante los próximos días, pudimos visitar dos exposiciones realmente interesantes: la que mostró durante el verano la obra de los participantes en “Domadores” y la titulada “Confluencias en el barro”, que ofreció una comparación de gran belleza de la cerámica tradicional del África Negra y algunos de los grandes nombres de la cerámica contemporánea. También en la Escuela de Artes se pudo ver otra exposición: “Arqueología Futura y otros”, de Nines Barcelona.
Durante el mes de junio, algunos de los participantes ya estuvieron en Muel trabajando en el Taller-Escuela de Cerámica, creando tres murales: Sofía Beça realizó “Borboletário”, una instalación de piezas que llenó de mariposas una pared a la entrada del Parque de Muel. Gerardo Pescador y Juan Fuente realizaron otro mural, que quedó instalado en el lavadero, donde un gigantesco rostro femenino se asomaba al encuentro de los ceramistas con alguna señora que, ajena a la actividad que se desarrollaba, acudía a lavar la ropa. Por último, Mercé Trabal y Joan Mundet, además de construir y cocer un horno de leña, realizaron un mural que se instaló en la pared exterior del lavadero de Muel.
Adolfo Giner y Juan A. Jiménez construyerón cada uno su versión del horno trinchera o “pitfiring” en los que pudimos ver la versión más directa de cocción de cerámica. Gracias por demostrar que la sensibilidad de los resultados no está reñida con las cocciones primitivas o con la humildad de los materiales: barro, leña, sales, óxidos…
Miguel Molet llevó a Muel los efectos de humo y las terras sigillatas en las que es un maestro, así como en la economía de medios con los que consigue sus efectos.
Un caso especial fue el horno-instalación de papel y carbón creado por Chisato Kuroki y Federico Mongars. En este “Mandala de estrellas al naranja sol naciente”, hecho de papel de periódico y fibra cerámica, se cocierón piezas a 1.200 °C en poco más de dos horas, creando un emocionante efecto en el que las llamas, el humo y el ruido de decenas de secadores de pelo utilizados para permitir la combustión del carbón tenían un efecto de subida de adrenalina. Fue un momento muy especial por el que también damos las gracias.
Alberto Hernéndez quiso compartir con los espectadores lo que fue una seña de identidad de su producción de pintura con fuego y que no realizaba desde hacía años: la cocción de dos somieres recubiertos de barro en dos espectaculares cocciones nocturnas, en las que, como en el rakú occidental, se destapó el horno para ver la pieza al rojo y poder intervenir sobre ella cubriéndola de serrín y materia orgánica. Fue sin duda otro de los momentos especiales del fin de semana y por los que hemos de volver a decir: gracias Alberto.
Uno de los puntos álgidos de Domadores de Fuego 2010 fueron las dos sesiones que ofreció la “Factoria de Nuvols”: Marcos Pacheco, Lluis Heras (Didi), Marta Martinez Hortet y David Rosell, capitaneados por Carlets Torrent, (¡gracias a todos!) ofrecieron un espectáculo lleno de fuerza y emoción, en el que las cerámicas parecían escupir, igual que “comefuegos” del circo, todas las llamas ingeridas en el horno, mientras los oficiantes de este oscuro rito se movían entre las sombras. El uso del horno de leña, la importancia que dan a las formas y al uso del torno nos demuestran que no se conforman con hacer un espectáculo con fuego, sino que hacen un espectáculo cerámico al cien por cien.
Y como no se debe ser dogmático, aunque no se viera fuego ni humo pudimos también disfrutar, y estar agradecidos por esta dosis de poesía, de la incorporación de la cerámica al paisaje del Parque de Muel realizada por la asturiana Charo Cimas, una intervención sutil, que hacía preguntas a los visitantes: ¿Quedará alguna de las pequeñas piezas dentro de unos días? ¿Se caeran al río? ¿se convertirán en “recuerdos de Muel”? o ¿se las llevará el viento? Todo ello puede que ocurriera, pero es que Muel es sólo la primera parada de esas piezas a las que Charo regaló una existencia propia.
La representación portuguesa, junto a Sofia Beça la componía José Ramos. Con toda la intención de repetirme, digo que agradezco la ilusión y emoción con que este ceramista enseña sus técnicas de reflejos metálicos, muestra los resultados y habla de ellos a todo el que demuestre un mínimo de interés.
El taller de Mara García y Santiago Santos fue un exito de participación y resultados, sus texturas, colores, marcas de humo y bruñidos eran festejados por todo el que se acercaba a su mesa. Gracias también a vosotros por vuestro entusiasmo y por la forma en que lo compartís.
El mismo entusiasmo contagioso que tienen Nùria Soley y Joan Enric, como se demostró en su taller de joyería y cerámica, que ni los elementos fueron capaces de interrumpir; quedó además una preciosa escultura hecha entre todos los participantes. Gracias a la lluvia y a los truenos por darnos (y darles) una pequeña porción de aventura.
Gracias especialmente a Alfonso Soro por su instalación “Piromanía”, por lo que prometía y porque estaremos un año más esperando que los hados de la cerámica se conjuguen y permitan desarrollar su poesía del fuego y el agua en su totalidad. Una corta visión de lo que pudo ser nos dejó soñando con lo que sin duda será.
Hubo otros momentos mágicos, en los que parecía andar por Muel el espíritu surrealista de otro maño inmortal: un caballo pintado de colores (gracias a Marta, Beatriz y Juan, que pintaban caras que luego surgían entre el humo) o un extraño personaje totalmente blanco paseando a una cabra (gracias también a Miguel Adolfo Torres, Carlos Abel y Aquilino Fernández y todo el equipo de “Tvi or no TVi”, esperamos poder ver pronto el vídeo de “Domadores de Fuego 3”).
También es destacable, y de agradecer, como no, la instalación “Panpermia-C”, de Pedro J. Sanz; la nueva mesa de cerámica en el parque de Muel, realizada por Rafael Guzmán (ya hay dos); La escultura de Rafa Pérez, que esperó pacientemente a que se prendiese el fuego; El rakú de Gerardo Pescador; la exposición y el audiovisual “Máscaras”, de Lorena Sanz; y la exposición de Patricia Visús; la cocción de rakú de Raúl Abraín o la restauración del horno de leña realizada por Jesús Deza y Alicia Rubio, así como la dedicación de Lola Royo, Raúl Borobio (veáse foto 2, en la pág. 20 de esta Revista) y Arrate López en la difusión de “Domadores de Fuego”.
Y gracias por dedicar un espacio al futuro de la cerámica, fue realmente esperanzador y divertido ver las colas de niños, todos con su delantal, esperar su turno delante del torno de Montse.
Gracias a los chicos y chicas de Shumba Kelé, que llenaron de percusión y danzas el Parque de Muel, a la agrupación musical de Muel y a Jaime Ocaña y sus monólogos teatrales, y a todos los que contribuyeron a este gran acontecimiento de la cerámica en España que es “Domadores de fuego” y que he podido olvidar en estas líneas.
Por último, explicar a los lectores esta hemorragía de agradecimientos. Es posible que resulte extraño dar las gracias dieciseis veces en tres páginas. En ocasiones hay quien se queja de que la cerámica está olvidada en los circuitos oficiales o mayoritarios del arte; puede que sea verdad, pero es innegable que la solución no está en esperar a que eso cambie o dedicarse exclusivamente a quejarse dentro del círculo de la cerámica. El mejor antídoto contra eso es poner la cerámica a la vista, trabajar desde dentro, pero también desde fuera del ámbito y el entorno de la cerámica. Es por eso que creo merecedora de un sincero agradecimiento la labor que se desarrolla en eventos como “Domadores e Fuego”, que, sin duda, dará a conocer la cerámica a miles de personas y que estoy convencido de que, con el tiempo, se integrara en el calendario cultural español como un acontecimiento ceramistas, aficionados y cualquier persona con ganas de ver cosas diferentes.
Y no quiero terminar sin dar un último agradecimiento (¡y van diecisiete!) a quienes nos dieron de comer, por sus chorizos y butifarras a la brasa, ¡realmente sublimes! Los estomagos lo agradecieron, las arterias no se… Quizá no sea muy espiritual terminar así, pero supongo que para alimentar el espíritu no hay por qué desatender el cuerpo.
Artículo publicado en Revista Cerámica, Núm. 115. Revista_Ceramica_118